Hay una frase que dice que sin helado todo sería caos y oscuridad. Tal vez sea un poco exagerada, pero somos de los que creemos que se acerca terriblemente a la verdad. La pasión que levanta este delicioso manjar congelado se remonta a sus orígenes allá por el 400 a.C. cuando Alejandro Magno y Nerón tomaban sus zumos de fruta enfriados con hielo o nieve. Si tan insignes personajes empezaron esta magnífica tradición, ¿quién somos nosotros para contradecirlos?
No podríamos ni que quisiéramos, porque la boca se nos hace agua solo de pensar en los polos, los helados cremosos, los cortados, las natillas congeladas, los helados de frutas naturales, los sorbetes y granizados...
Pero más allá de la gastronomía, el helado con todas sus variantes ha despertado toda una corriente creativa de artistas de muy diversos campos: escultura, ilustración, pintura, graffitis, fotografía. No se sabe si es su textura cremosa, su carácter efímero que nos recuerda que todo acaba derritiéndose, sus colores o el hecho que lo relacionemos con el verano (y eso, estudios a parte, seguro que libera algún tipo de endorfina superbuena para nuestro organismo).
Sea como sea, el helado es una fuente de inspiración y por eso hemos querido mostraros algunos de los ejemplos más sorprendentes, atractivos y diferentes que hemos ido recopilando mientras se nos hacía la boca agua.
Probablemente después de leer este post os pase lo mismo que a nosotros después de escribirlo: tengáis la necesidad inmediata e imperiosa de un helado de vuestro sabor favorito, sea cual sea. Y aunque los de aguacate, ajo, calabaza o hot-dog son los considerados más extraños del mundo, nosotros en este caso somos mucho más tradicionales: uno de cookies y yoghurt, gracias.
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