LA BELLEZA DE LA DECADENCIA





Es insólita la belleza que podemos encontrar en la decadencia. Y todavía más cuando los paisajes que observamos fueron alegres y modernos parques de atracciones antaño. Se trata de un sentimiento visceral que mezcla la curiosidad, con el morbo y la melancolía con la aventura. Un sentimiento alimentado por un montón de libros y películas que nos hace imaginar que, en lo que ahora sólo son escombros tomados por la naturaleza, hubo en su día un parque de atracciones lleno de luz y color.


Casi podemos oir los gritos de los niños en la montaña rusa, sentir el olor de las palomitas recién hechas y notar la música de los autos de choque vibrar en nuestros pulmones.


Hay parques abandonados por todo el mundo, como Takakonuma Greenland inaugurado en 1973, que tuvo la montaña rusa más grande de Japón durante años. Spreepark en Berlín es otro ejemplo, abierto en 1969 y cerrado por la mala gestión de sus dueños unos años mas tarde. Hay otros como Katoli World en Taiwan que fue abandonado porque un terrible terremoto lo destruyó, o Okpo Land en la Isla Georje (Corea del Sur), que cerró sus puertas al público en 1999 después de una serie de turbios sucesos. El mas conocido quizás sea Pripyat en Chernobyl, que tenía prevista su inauguración 5 días después del terrible accidente.











Lo sorprendente en todos ellos es cómo parte de su magia ha conseguido pervivir a través del tiempo, entre las ruinas, la vegetación, la suciedad y el abandono. Como si cada instante hubiera quedado congelado para siempre, esperando el momento para volver como si nada hubiera sucedido. El momento en que las norias vuelvan a girar, los caballitos vuelvan a moverse arriba y abajo y las taquillas vuelvan a abrir para comprar un ticket hacia el pasado.

2 comentarios:

  1. Para mí siempre han tenido algo muy atrayente este tipo de lugares, y me sorprende que se dejen así, tal cual, dejando que la naturaleza se abra paso allí donde años atrás había cientos de personas gritando y riendo. Se me ponen los vellos de punta sólo de imaginarlo. Es curioso, en Japón hay bastantes parques de atracciones abandonados. Imposible no pensar en Chihiro, por cierto ;)

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  2. Tienes toda la razón Rebeca, se nos pone la piel de gallina y a la vez nos atrae... A nosotros también nos recuerda a Chihiro... ¡Gracias por tu comentario! Un abrazo.

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